Es curioso mirar atrás y recordar
(si te llega la memoria) cómo vivías los videojuegos cuando eras un crío.
Bueno, cada uno lo hace a su manera, pero pongámonos en el pellejo de alguien
que roza la treintena. De quien, sin considerarse un erudito, ha librado
guerras en este campo de batalla durante más de 20 años. Vale, sí, hablo de mí
mismo… pero entre “viejos”, seguro que alguno encuentra algo en estas líneas,
por ínfimo que sea, que pueda ser aplicado a su propia experiencia. Podemos empezar
por el más que mascado: “si es que los juegos de antes sí que eran juegos de
verdad”.
Tampoco quiero parecer Old Snake
y empezar a pregonar melancólicamente que los tiempos han cambiado, que es un
lugar difícil para los guerreros de nuestra estirpe, blabla… porque ciertamente
no es verdad. Somos una generación que se ha ido adaptando a todos los cambios
de una manera tan natural como quien iba cambiando de novia en la adolescencia
(o de cepillo de dientes para los más pulcros y decentes). Aunque quizá algún
cambio no fuera una mejora aparente (más bien un downgrade), siempre se
intentaba buscar mejores atributos y más prestaciones (si tu novia de los 14 te
ofrece lo mismo que la de los 25 estás jodido –aunque las de 14 ahora… eh,
bueno, volvamos a las consolas–).
Y volvemos al inicio de los 90.
Todo era alegría, los bancos concedían créditos para tu apartamento en Marina
d’Or y Barcelona se preparaba para unas olimpiadas geniales como las que Madrid
organizará… algún día… de otro milenio. Independientemente de si eras fan del
erizo o del fontanero, eras feliz. No seguías revistas del sector, no
consultabas novedades (ciertamente no tenías ni idea de lo que se cocía), ni
tampoco comprabas en Zavvi. Te encantaba salir a comprar con tu madre sólo para
pasar por delante de la tienda molona del barrio donde se apiñaban decenas de
juegos de tu flamante nueva consola (consola que posiblemente fuera tu único
regalo de Reyes, ya que valían una jodida pasta). En verdad no conocías ni el
80% de esos juegos pero cualquiera te hubiera hecho ilusión (si la portada
denotaba masculinidad). Tras pasar por la tienda unas 20 veces y comentar la
jugada en el patio del cole, casi siempre elegías un ganador: “Mamá, para mi
cumple quiero el estrit faiter!!” –
“De qué va?” – “¡de lucha!” – “pues va a ser que no”. – “ok…” (sí, amigos,
todos tenemos algún trauma parecido).
Bueno, al final llega tu cumple y
te regalan EL JUEGO. No, no me regalaron el Street Fighter, pero es “EL JUEGO”
que vas a jugar durante todo el año. Y seguramente era un plataformas o un RPG
infernal (Golden Axe, Ghost’n Goblins…) del que eras incapaz de avanzar más de
3 niveles y la pantalla de GAME OVER era tan habitual como la de HAS MUERTO en
Dark Souls. En días de lucidez (2 al año o así) conseguías llegar a la 4ª
pantalla, pero seguro que era ya hora de cenar, lo que era sinónimo de Game
Over también. Ahí no hay discusión posible con tu madre… jamás entenderán eso
(ni que en los juegos online no se puede poner pausa, es una batalla perdida).
Y así seguías durante meses. Aunque si con un poco de suerte tu cumple no
estaba muy lejos de Reyes igual te caía otro juego para ir alternando la
frustración. Pero aún y con todo, eras feliz.
Tenías 4 juegos llenos de bugs,
injusticias, diseño de niveles atroz, música electrónica delirante, sin
argumento en muchos casos, etc. Pero nada de eso importaba, porque tú lo único
que veías era tu juego de deporte, tu juego de lucha (yo de esos no tenía), tu
juego de saltar y el de carreras. ¡Y éramos felices!
[inserte aquí historia y
evolución de las consolas hasta la actualidad]
PAM! 2014. Joer qué viejo soy!
Hago ver que curro, pago una hipoteca y también facturas… fuck. ¡Pero nadie me
cierra la consola si hay que cenar y me compro tooodooos los juegos que quiero!
Ah! Y adivinad quién se ha comprado el Street Fighter II por eBay? Chúpate esa!
Bueno, no lo juego, simplemente era una cuestión de orgullo.
Incluso ahora pienso en los
juegos que me quiero comprar, los que quiero probar y los que me esperaré a que
bajen de precio, y si no me gusta el precio de la tienda, pues lo pillo de UK,
y si me vacilas, de Hong Kong. Internet baby! Qué hipsters somos my god. Leo
reviews, análisis, pre-análisis, análisis de un rumor, posibles rumores y ojo
porque X ha hecho un tweet que si lo lees del revés te sale un 3, rumor al
canto. Sobreinformados, sobreofertados, sobrexpuestos. Con tanto lío de sobres
normal que hasta el PP se confunda. Y ya que lo mencionamos, curioso que el
mismo partido que gobernaba poco después del inicio de esta parrafada (en el 96
para ser concretos), esté a día de hoy en el poder otra vez…. Si es que ya lo
dicen, lo retro está de moda.
Con todo este panorama es difícil
ver tu niñez reflejada en críos que amenazan o alardean de mantener asuntos
íntimos con las madres de los demás en los comentarios de un vídeo
maléficamente titulado Battlefield vs CoD. Es complicado empatizar con
personajillos que a los 13 tienen un iPhone 4 y entran en depresión porque son
los más pringados de la clase (tío, que en nada sale el 6! Matao!). Y en
resumen, toda esta nueva fauna meticulosamente catalogada: fanboys, trolls,
believers (ops se me ha colado)…
Que sí, el típico discurso del
viejo. Pues no. A nosotros nos gustan los juegos actuales, nos encantan.
Jugamos al shooter de turno, hacemos chorradas con el Minecraft, lo pasamos
pipa jugando al Mario Kart con los colegas e incluso nos seguimos metiendo con
quien la tiene más pequeña (la consola eh). Es cuestión de mantener la ilusión
tanto como los pies en el suelo. De saber valorar lo que tienes y de
respetar. Sobre gustos hay varias cosas
escritas, pero son bastante malas.
Pero seguimos pidiendo lo mismo,
diversión. Del mismo modo que lo pasamos teta con cualquier juego-chorra, por
otro lado también exigimos más. Me explico. Si vamos a dedicar un tiempo en
algo, nuestra experiencia hace que busquemos experiencias (por muy redundante
que suene). Cuestiones técnicas aparte, sabemos valorar qué producto nos ofrece
diversión. Y es en este punto donde muchos juegos fracasan. ¿Si no cómo se explica
que nos aburran grandes producciones como CoD, por poner el ejemplo fácil? Es
espectacular, cuenta con un presupuesto brutal y vende, vende mucho. ¿Pero es
una experiencia recomendable?
Los juegos de antes, pese a sus
carencias, eran lo mejor en su época y nos encantaban. Sabemos que cada vez es
más complicado innovar pero compañías como Valve o Naughty Dog destrozan esta
excusa con nuevos conceptos y buenas narrativas. Y sin ir a “triples A”,
estudios indies están dando grandes sorpresas. Estos juegos son los que
queremos señores, los que nos transmiten experiencias, los que nos invitan a
jugarlo y recomendarlo. Y quizás cuando este tipo de juegos sea lo habitual en
los catálogos, y sólo quizás, entonces dejaremos de decir que los juegos de
antes sí que eran juegos.
Albert MX
PD: Por cierto era broma, si la pareja dice que hay que ir a cenar…
sigue siendo GAME OVER.
Nexo Gamer
Nexo Gamer