Adéntrate en el mundo de LIMBO
No es de día. No, tampoco es de noche. Sólo sé que hay un bosque. Un bosque muy oscuro. Un bosque muy raro. Un bosque que, sin llegar a ser aterrador, da cierto miedo. Cierta melancolía. Abro los ojos. El bosque es amenazador. El bosque me provoca. Se ríe de mí. Me pone a prueba. Me levanto. El bosque quiere jugar. ¿Dónde estoy? No lo sé. Sólo sé que tengo que andar. ¿En busca de qué? No lo sé. Sólo sé que tengo que correr. ¿Hacia dónde? Hacia la derecha. Siempre hacia la derecha. ¿Cómo me llamo? El bosque quiere jugar. ¿Quién soy? No importa. Nada importa. El bosque no quiere jugar conmigo. El bosque quiere jugar contra mí.
Damas y caballeros, sean todos bienvenidos al misterioso mundo de LIMBO, desarrollado por la compañía independiente de videojuegos Playdead para los soportes digitales XboxLive, PSNetwork (PS3 y Vita), Steam, y iOS.
Estoy perdido. Voy en busca de algo. De algo que no sé qué puede ser. De algo que añoro. Trampas. Trampas por doquier. Tengo que seguir. No me puedo detener aquí.
LIMBO se desarrolla en todo momento como un juego de plataformas de scroll lateral en el que cada prueba a superar se impone ante nosotros como el más brillante puzzle sacado de la mente más retorcida. En cada una de las pruebas que tenemos que sufrir a lo largo de la aventura tendremos que hacer gala de toda nuestra astucia y de todo nuestro ingenio, si no queremos morir de la forma más desagradable posible.
No hay argumento. No lo echaréis de menos. Sólo sabéis que tenéis que avanzar, luchando contra todo tipo de trampas, alimañas y enemigos, hasta llegar al final del juego. No hay un objetivo claro, aparte del de superar el próximo puzzle, que encontraremos en la siguiente pantalla. Esa es toda la intriga del juego y, creedme, que no es poca.
Los puzzles no van a defraudar a ningún amante del género. Os lo prometo. Los hay de todo tipo: de habilidad, de ingenio, de velocidad, etc. Cada uno tratados con el mayor mimo que le pueda poner un artesano a su creación. Se observa un gran trabajo y un gran cariño tras esta obra de arte, y eso se agradece. El estilo minimalista del juego nos propone una jugabilidad compuesta por un solo botón más el joystick, lo que no quiere decir que los retos del juego sean igual de intuitivos y sencillos que su control. Además, la curva de dificultad está muy ajustada y satisfará tanto a los jugadores más exigentes como a los menos experimentados.
¿Qué habrá al final del camino? ¿Qué me encontraré después? ¿Alguien se acordará de mí? ¿Veré en este salto el final de mi vida? ¿Moriré bajo la siguiente sierra mecánica? ¿Me ahogaré en el siguiente estanque? ¿Por qué sigo luchando? Sólo en el final hallaré la respuesta.
El apartado técnico de LIMBO es muy minimalista, además de sublime e impecable, bajo mi punto de vista.
En la aventura nos topamos con todo tipo de escenarios, siempre, eso sí, bajo un apartado gráfico lúgubre, carente de sentido y falto de color. El juego derrocha minimalismo por los cuatro costados, lo que no hace desmerecer en absoluto su valor técnico. Toda la aventura la jugaremos en blanco y negro, eso sí, con unos escenarios llenos de vida (y a la vez de muerte), pero a su vez vacíos e inexpresivos. El mundo de LIMBO nos transmitirá a la vez sensaciones tan dispares como son el miedo y la sensación de paz, al saber que en todo momento cómo vamos a morir. No hay un terror psicológico figurado ante la muerte, ya que ésta no nos va a sorprender. Sentiremos a la vez decepción y alegría; vacío y esperanza; interés y desinterés; pero, sobre todo, siempre que juguemos nos embargará un halo de nirvana rebosante de tranquilidad del que sólo saldremos al apagar la consola. Jugaremos bajo el rol de una mancha oscura, que parece una especie de niño, a la que sólo se le distinguen los ojos blancos dentro de una negra silueta, lo que hará más interesante, si cabe, el aspecto gráfico del título. No tenemos cara ni rostro con el que identificarnos, lo que hace que cada jugador sienta que está viviendo el reto de LIMBO en su propia piel.
Soledad, soledad, soledad, soledad, soledad, soledad, soledad, soledad, soledad, soledad, soledad, soledad, soledad, soledad, soledad, soledad, soledad, soledad, soledad, soledad, soledad...
El juego está hecho para hacernos sentir solos, por lo que la sensación de vacío y soledad estará presente en todo momento. No hay música, ni tampoco voces, y los efectos sonoros están limitados al crujir del suelo a nuestro paso, al sonido oxidado de una sierra mecánica amenazante, o al seco sonido que hagamos cada vez que nos estampemos en el suelo. Vivimos y morimos solos, y yo os recomiendo que, para hacer la experiencia más completa y gratificante, juguéis en la soledad de vuestra habitación, de noche y sin luces. Sin nadie que os moleste. Solos tú y el mundo de LIMBO. De esta forma, y sólo de esta forma, la experiencia LIMBO será del todo completa.
¿Quién soy? ¿Hacia dónde voy? ¿Quién soy? ¿Hacia dónde voy? ¿Quién soy? ¿Hacia dónde voy? ¿Quién soy? ¿Hacia dónde voy? ¿Quién soy? ¿Hacia dónde voy? ¿Quién soy? ¿Hacia dónde voy? ¿Quién soy? ¿Hacia dónde voy? ¿Quién soy? ¿Hacia dónde voy?...
Llegamos al apartado de LIMBO que a mí me gusta más: la inmersión. Creedme, he sentido mucha más empatía por esta silueta negra carente de cara, voz y personalidad que controlamos en LIMBO, que por muchos de los personajes que nos representan en los foros mediante un avatar. La razón radica en el grado de complicidad que alcanzamos con el personaje, debido a que, como él, no sabemos nada de nuestro pasado ni nada de nuestro futuro. No sabemos qué nos depara tras la próxima pantalla. Y, al igual que el personaje, nos morimos de ganas por saberlo.
Por otra parte, en LIMBO sabes perfectamente cómo vas a morir. Creedme cuando os digo que ninguna de las formas de morir que existe en el juego puede parecer dulce, rápida o, irónicamente, hasta agradable. Todas ellas son crueles, inhumanas y muy, muy lentas. Y lo peor de todo es que, como ya he dicho, sabes cómo vas a morir con sólo echarle un vistazo al próximo puzzle que vas a afrontar. No hay nada como la visión de una sierra mecánica oxidada que avanza hacia nosotros muy lentamente mientras, impotentes, esperamos en el final de la pantalla cómo llega nuestro final al ver que nos hemos quedado, por cuestión de segundos o por un salto mal calculado, sin la salida que tanto anhelábamos. En LIMBO no hay sorpresas, sino malas caídas. El mundo de LIMBO es duro y se demuestra durante cada instante que dura la aventura, y, por eso, la inmersión es total y plena.
Quiero respuestas. No necesito preguntas. Quiero respuestas. No necesito preguntas. Quiero respuestas. No necesito preguntas. Quiero respuestas. No necesito preguntas. Quiero respuestas. No necesito preguntas. Quiero respuestas. No necesito preguntas...
Personalmente, os recomiendo a todos que al menos probéis la demo. Y si os gusta la experiencia, podéis comprarlo por un precio relativamente asequible en cualquiera de los medios de distribución antes nombrados. Sé que habrá gente a la que no le gustará su estilo o, simplemente, su jugabilidad o su dinámica, pero no lo juzguéis ni lo enterréis sin haberlo probado antes. Ni tampoco lo ninguneéis por el hecho de que sea un juego en formato digital, porque estaríais cometiendo un gran error.
VEREDICTO: 4 / 5 >>> Gran Juego <<<
- Toni
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