viernes, 11 de abril de 2014

Modas, benditas modas


“Papa, quiero ese juguete”. La frase que todos los padres temen oír de sus hijos. No porque sean malos padres, ni siquiera porque ellos sean malos hijos. El temor viene íntimamente ligado al hecho de que el padre sabe perfectamente que su hijo, con el tiempo, se cansará de ese juguete. Entonces es cuando sale a relucir el adjetivo “caprichoso”, que en seguida adjudicamos al pequeño. Porque es así, esa es la percepción del padre. El niño se ha encaprichado con algo que en un par de días olvidará.
Pues bien, muchas cosas han cambiado con el paso de los años. Ahora los niños cada vez son más caprichosos y los padres, digámoslo claramente, están más tiesos de dinero que nunca. Pero hay algo que no ha cambiado amigos: Las Modas. Y no, no estoy hablando de la pasarela de Cibeles, ni mucho menos. Hablo de esos fenómenos que, cual chicle, nos entretiene durante un par de horas hasta que se nos pasa el sabor iniciar y nos vemos obligados a escupir. Que metáfora más triste me ha salido, sí. ¡Pero es que es real! Es más, voy a poneros un ejemplo visual. Pero no lloréis, ¿de acuerdo? Allá voy…




Si, amigos. En efecto. Eso que estáis viendo fue una fiebre que ni el H1N1 ni el mayor resfriado post Nochevieja ha podido superar. Hablamos de los tazos, de ese arma de destrucción masiva que provocó guerras mundiales en los recreos de toda España. Los niños llegaban desesperados a los quioscos o a los chinos (benditos chinos) para comprarse una bolsa que tuviese estos míticos coleccionables. Lo que os decía de los caprichos. Seguramente sus padres (incluyo a los míos, que yo también viví enfermo esta etapa) intentaban comprender cómo demonios un circulo con un bicho extraño cuyo nombre contenía más consonantes que vocales podía provocar tal revuelo.

Cariño, quiero el divorcio. Hemos criado mal a nuestro hijo y mi vida carece de sentido”.  Bueno, vale, esto es una exageración pero no me digáis que ahora no os sentís un poco ridículos cuando os veis hace diez años, con la lengua fuera y torcida mientras apuntabais guiñando un ojo a la torre de Tazos de tu mejor amigo, el gordito de la clase que se compraba diez bolsas de Ruffles y al pobre le salían seis Metapods seguidos, con la única intención de dar la vuelta a todos y hacerte rico. ¡Pero qué fácil era ser feliz en esa época! Lo mismo habías suspendido el examen de Matemáticas una hora antes, que si tú conseguías voltear al maldito Ratatá llegabas a tu casa con una sonrisa de oreja a oreja. “Hijo, ¿¿Qué tal el examen?”De puta pena, Mamá, pero he conseguido a Ratatá y además he perdido a uno que tenía repe. Me voy de fiesta”


Y sé que os estáis preguntando… ¿pero qué nos está contando este tío? ¿Esto no iba sobre videojuegos? Afirmativo, amigos. Como os he dicho, muchas cosas cambian, pero otras no. Y las Modas siempre existirán. Y no iba a ser menos en el mundo de los videojuegos. Os pongo otro ejemplo, fijo que os suena…





1…2…3…4…PLAF. Mierda, otro intento. 1…2…3…PLAF. Esa ha sido culpa mía por mirar lo que llevaba. Llego a 100 en menos de una hora, fijo. 1…2…3…4…5 (¡Toma, llevo 5, soy un…!)...PLAF ¡¡¡ANDA Y QUE TE JODAN, PÁJARO PARALÍTICO DE LOS COJONES!!!


Os habéis reconocido, ¿verdad? Estos hemos sido el 90% de la población mundial mientras jugábamos a Flappy Bird. Este “juego” no anda muy lejos de lo que fue Pokemon, solo que es un fenómeno 3.0. Algo que parece una tontería, que es simple, pero que con el boca a boca llega cada vez a más gente. Tiene un nacimiento silencioso, una reproducción masiva y absolutamente viral y un fallecimiento tan silencioso como su nacimiento. Como este caso ha habido cientos en la industria de los videojuegos y de la tecnología en general. Incluso el fenómeno 3D es una Moda, solo que este caso en concreto ha tenido dos nacimientos y dos “éxitos” fugaces. Que se lo digan a Sony, que se está arruinando con los televisores de tres dimensiones.  El caso es que Flappy Bird llegó sin hacer ruido, hizo mucho ruido gracias a la publicidad que los propios usuarios le dio, y de la misma forma que llegó se fue. Ahora hay muchos imitadores, pero el fenómeno está muriendo. Y dentro de poco nacerá otro, con otro nombre, otra mecánica y que causará el mismo revuelo. Es ley de vida





¡¡¡¡BUUUUUU!!!!

Otro amigo que va a la moda, y no precisamente por su traje y corbata. Slenderman, el hombre que más infartos al corazón ha causado, y eso que él solo estaba buscando a Barney Stinson, su alter ego rubio. El caso de Slender se podría elevar más bien a un género: El Terror Indie/Amateur, que tan de moda está en los videojuegos. Hablamos de esas obras creadas por pequeños estudios o incluso grupos de fans que con medios muy arcaicos y sin promoción alguna, logran colarse en nuestros ordenadores o consolas.  Esta moda parece que tiene cuerda para rato, pero si es cierto que en el caso concreto del Slender está perdiendo tirón. El verano pasado llegó a ser muy común ver como miles de canales de YouTube subían sus gameplays de este juego, dejándonos sordos con sus gritos y poniéndonos de los nervios con sus comentarios supuestamente graciosos. Un fenómeno social sin precedentes que ha dado el salto a la Next Gen con el caso de “ Outlast”, la hermana guapa del terror independiente.
Quizás ahora que Outlast ha entrado en escena el género se vuelva a poner de moda y se magnifique su alcance. O quizás dentro de unos meses todo el mundo olvide Slenderman (que ya casi ha sucedido), Outlast sea solo un bonito recuerdo y surja algo nuevo. Algo como Minecraft. O como Counter Strike (¿recordais este juego? Ahora con los COD se vive una segunda etapa de lo que ya fue Counter). Y así seguiremos avanzando. Entre modas pasajeras y modas que se quedan.


Yo por mi parte me despido, quizás me ponga Flappy Bird en mi móvil. O a lo mejor abro mi cajón de los recuerdos frikis y veo mis tazos y mis estampas de Pokemons. O los Beyblade, las cartas de Yu Gi Oh…ay señor, que recuerdos. Hay modas que nunca deberían pasar de moda. Como los videojuegos, fíjate. ¿Recordáis que cuando empezó la Industria de los videojuegos la gente lo veía como una moda pasajera? Y qué curioso, ahora los videojuegos no son una moda, sino que fabrican modas. Dulce ironía de la vida…


-Isra

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