miércoles, 2 de abril de 2014

ANÁLISIS - Dark Souls 2



Alabado sea el soHAS MUERTO

269 es el número de veces que he tenido que morir antes de poder venir aquí a contaros por qué ha merecido la pena. Cada vez he sentido la misma rabia, hacia mí mismo pero sin olvidarme tampoco de las madres de los chicos de From Software. Y una extraña necesidad de superación que me impulsaba a ir a por más, porque en todo momento me acompañó la certeza de que yo puedo, y que si el juego intenta convencerme de lo contrario es sólo porque sabe que es así como más lo voy a disfrutar. Sufriendo.


No, no somos masocas

Simplemente nos gustan los retos. Y en una generación mimada por juegos facilones, la saga Souls destaca por saber desafiar al jugador, llevarlo al extremo, y no darle ningún tipo de ayuda que le prive de la satisfacción de lograr algo por méritos propios. Aunque en esta ocasión tal vez no sea para tanto. ¿O sí?

Hay cosas en Dark Souls II que parecen más fáciles que en su predecesor, pero es difícil discernir si realmente es así o es que algunos ya venimos curtidos del primero. En cualquier caso, también hay ciertas novedades que, sobre todo al principio, impartirán lecciones de humildad a cualquiera que comience el juego en plan gallito, como si el haber superado Dark Souls nos concediera el derecho de ir de sobrados en la secuela. Pues de eso nada, y no tardé en sufrir el primer castigo: a cada muerte la barra de vida se reduce, complicando más el siguiente intento. Este exceso de sadismo me generó dos reacciones: primero ira, y luego me obligó a esforzarme más y, en definitiva, a saborear mejor cada pequeño triunfo. Pero tranquilos, hay maneras de recuperar la salud al completo, y cuando lo hagas, te esforzarás aún más y te obligarás a ti mismo a jugar mejor. Este es el tipo de consecuencia que, aunque duela, acaba por hacerte crecer.


Témele, pero no le tengas miedo

Pueden parecer lo mismo, pero el temor implica respeto, mientras que el miedo anticipa un fracaso que en realidad puedes evitar. Y aunque ya he mencionado que en algunos aspectos este DSII se excede, tengo la sensación de que en general se ha ablandado un pelín.

Para empezar, la posibilidad de saltar entre hogueras desde el principio puede parecer una ventaja muy cómoda, y es cierto que facilita el acceso a las zonas que ya has visitado. Pero también reduce la sensación de recorrer un enorme mapa interconectado a la perfección, y nos quita el placer de obtener dicha habilidad de manera merecida. En el primer DS, poder teletransportarse era algo que te tenías que ganar a pulso en un momento crítico del juego. Aquí nos lo regalan como si nada.

También he echado en falta enfrentarme a un boss con la sensación de que la victoria es algo inalcanzable. Y es que la mayoría supuso algún tipo de desafío, pero muy pocos me costaron más de tres intentos.


Otro reino con la misma niebla

La maldición que padece el personaje que controlamos es parecida a nuestra adicción. No están muy claros ni el por qué ni el cómo, simplemente es así, y avanzamos en busca de unas respuestas que seguramente no necesitemos. Porque, una vez más, el argumento se plantea con ambigüedad y sutileza, para servir de excusa a cualquiera que se aventure a superar sus desafíos, que es lo que realmente importa.

Eso sí, los NPCs hablan con una prosa y una voz que hipnotiza. Y sugieren que hay mucho contenido escondido entrelíneas para todo aquél que quiera profundizar en sus historias y descubrir sus misterios.

Pero a mí me bastó su ambientación, vestida de melancolía y silencio, en unos parajes tan maravillosos y terribles que invitan a salir huyendo, pero que te seducen para que te adentres, te pierdas, y acabes exclamando alabado sea el sol.


No hay enemigo inofensivo, pero tampoco imposible

Cada vez que te cruces con una criatura desconocida debes optar entre ser demasiado osado o cobarde. No quieres perder todas tus almas, pero al mismo tiempo necesitas medirte a ese enemigo que se interpone en tu camino y, quién sabe, tal vez tenga alguna recompensa que merezca la pena. Así que te acercas con cautela, escudo en alto, sientes el primer golpe con contundencia mientras evalúas cuál es el mejor momento para contraatacar. Pero entonces se acerca un segundo enemigo que no habías visto. Procuras tener a ambos delante para poder protegerte. Te atacan a la vez, agotando casi toda tu resistencia hasta que no puedes evitar recibir la primera estocada. Decides salir corriendo para curarte, pero mientras estás dándole un trago al Estus ves venir un hechizo mágico que no habías previsto. Logras levantar el escudo justo a tiempo pero, ¡mierda!, resulta que ese escudo no bloquea los ataques mágicos y HAS MUERTO.

Entonces vuelves, seguro de que no volverás a cometer los mismos errores. Ya crees haber estudiado los patrones de ataque y te conoces todas sus rutinas. Levantas tu arma y, ¡oh!, no sabías que podía hacer eso. HAS MUERTO.

Entonces te das cuenta de lo impredecible que es el enemigo. Que cada combate requiere que estés preparado y sepas adaptarte a lo inesperado. Así que a la siguiente será la vencida, y lo sabes. Atacas cuando debes, acertando de pleno. Casi lo tienes. Te proteges mejor que nunca. Recibes un fuerte golpe que te empuja hacia el barranco de atrás y HAS MUERTO.

Resistes la tentación de lanzarle el pad al televisor. Te calmas. Vuelves a intentarlo. Escudo en alto. Atacas cuando debes. Esquivas la magia. Procuras mantener el precipicio delante y no detrás. Atacas. Proteges. Atacas. Proteges. Atacas. Vences. Sigues adelante, atraviesas la niebla, y el monstruo que te espera detrás es imponente. Pero no has llegado hasta aquí para acobardarte, y sabes que tarde o temprano también doblegarás a esa bestia gigantesca, por imposible que parezca. Aunque seas un pringado armado con un alfiler, vencerás y seguirás avanzando. Tienes que hacerlo, porque necesitas saber qué nuevos retos te aguardan después.


VIRTUDES: Los triunfos que requieren verdadero esfuerzo se celebran como ningún otro, en esta aventura que te aplasta sin piedad porque sabe que podrás soportarlo, te hará más fuerte, y finalmente lo agradecerás.

DEFECTOS: Su dificultad es una virtud, pero se convierte en injusticia cuando se pasa de la raya. Algunas trampas son prácticamente imposibles de sortear y algunos enemigos te hacen bullying. Y aunque explorar Drangleic es una gozada, encontrar el camino a veces puede abrumar.


VEREDICTO: 4 / 5  >>> GRAN JUEGO <<<  


Jugar un juego sabiendo que vas a palmar, y mucho, puede parecer una locura. Porque lo es. Estamos locos y lo mejor será admitirlo. Pero aún más loco hay que estar para no unirte a nosotros, los valientes, y descubrir que la muerte es el camino a la gloria. Suena bonito y retorcido, porque así es este juego.


- Esli



Dale like a nuestra página de Facebook!

No hay comentarios:

Publicar un comentario