martes, 23 de julio de 2013

REVIEW - Assassin's Creed III



El malo

Pasada la tempestad, resulta difícil describir con fidelidad la euforia o hype que generó, en el sector de los videojuegos, el anuncio de la tercera entrega de Assassin’s Creed. Después de dos capítulos superventas –que suman más de 20 millones de copias vendidas, según VGChartz–  y ramificaciones de la aventura de Ezio Auditore, la rumorología acerca de la época histórica en la que se desarrollaría el siguiente no dejaba de crecer. Ya sabéis, la gallina de los huevos de oro de Yves Guillemot: un artefacto con forma de camilla de quiromasaje capaz de “teletransportar” al sujeto experimental a la vida de sus ancestros, todo a través de la lectura de los residuos en la secuencia de ADN (sí, el argumento es muy malo y serie B). Súmale a esto una intriga policiaca que gira en torno a una corporación farmacéutica, una milenaria rivalidad entre asesinos y templarios, y ¡Voilá! Ya eres multimillonario.



Pues bien, aproximadamente por estas fechas, el año pasado Ubisoft subía a la red de redes una misteriosa página, cuyo único contenido consistía en un yermo paisaje nevado e inmerso en la oscuridad. Al poco, la imagen quedaba superpuesta por el logo de los asesinos englobando un número III, y acompañado de una cuenta atrás. Lo que vendría siendo una teaser web, vamos. Como era de esperar, la expectación fue máxima. Imaginaos, millones de bobalicones (entre los que me incluyo) esperando al día y la hora señalados delante de sus monitores, tabletas, teléfonos inteligentes o lo que más a mano se tuviera –cuéntaselo a alguien hace unos años y te toma por loco, o por idiota. El caso es que la estrategia funcionó, y el tráiler de marras nos dejó patidifusos, hiperhypeados y con ganas de donar nuestro dinero y nuestros órganos al equipo de desarrollo de Ubisoft Montreal. Parece que fue ayer:







Poco después de haberse publicado el vídeo, y entre noticias filtradas a cuentagotas, un nuevo movimiento de marketing por parte de la compañía francesa planteó una encuesta a los seguidores de la franquicia. A saber, podíamos desbloquear un tráiler con gameplay de AC III tras compartir cierto enlace un determinado número de veces. Predeciblemente, el propósito no tardó en cumplirse. Días más tarde, en el fallido E3 donde todo el mundo aguardaba a la presentación de las nuevas plataformas de Sony y Microsoft, y que tuvo que ser salvado de la quema por, precisamente, Ubisoft (gracias a su impresionante elenco de mega producciones, esto es, AC III, Watch Dogs, Zombi U, Splinter Cell: Blacklist, Rayman Legends y Far Cry 3… sin olvidar ese espectacular baile de cheerleaders para presentar Just Dance 4), se mostró una nueva demo perfectamente estudiada y con más minutaje sobre Connor.



El caso es que la Electronic Entertainment Expo terminó, transcurrió el verano con pocas novedades y el bombardeo propagandístico reemprendió de nuevo su curso. Que si las armas y el sistema de combate, que si las batallas navales, que si la modificación del motor gráfico AnvilNext, que si la Revolución Americana… y así un largo etcétera. Finalmente, el videojuego se puso a la venta casi una semana antes de lo esperado, acompañado de una potente campaña de publicidad, incluyendo anuncios de TV con el manido lema “Rebélate” –¿De verdad pintaban algo Gerard Piqué y Sergio Ramos poniéndose una capucha y haciendo el gamba? (…) Debí sospechar la jugada. Cuando en la mañana del 31 de Octubre –fecha oficial de salida– IGN puntuaba a AC III con un 8.5, a la vez que otros portales especializados se sumaban a otorgarle notas moderadas, comprendí de inmediato. Los mandamases de Ubisoft sabían que esto ocurriría y decidieron vender el juego cuando el hype aún estaba por las nubes. Resulta bastante irónico, visto lo visto, que el DLC incluido en la edición especial llevara como título “Un Secreto Peligroso”.



Pero entonces, ¿Qué fue lo que le hizo perder puntos a la epopeya de Ratohnhaké:ton? ¿No tenía que ser mucho mejor que Assassin’s Creed II? Es más, ¿No debería haber sido el videojuego DE-FI-NI-TI-VO? La cuestión ha sido analizada desde ópticas variadas. Aquí un servidor da su somera opinión habiendo probado el juego durante 15-20 horas, para revenderlo ipso facto –algo difícil de predecir teniendo en cuenta su espectacular inicio, cuando uno inserta el Blu-ray en la Playstation 3 y escucha el vibrante tema principal de la BSO. Cuando se mueve por los menús y rememora los berrinches del Animus. El teatro, la cantidad asombrosa de personajes en pantalla. El navío. América. La sensación de mareo en los camarotes y la de libertad y una nueva vida en la popa (hay algo aquí de Nico Bellic a su llegada a Liberty City). Los juegos de mesa de la época: los morris, fanorona y las archiconocidas damas, en los que poder apostar contra marineros. Las gaviotas. El gentío y la actividad pesquera en el puerto de Boston. ¡Benjamin Franklin y su imprenta! ¿Cómo diablos puede acabar estropeándose semejante despliegue de medios?



Para empezar, los gráficos no impresionan ni siquiera en un PC a máximo rendimiento –imagino que se trata de un port desde Xbox 360, como parece va a suceder con el recientemente filtrado AC IV. Ojo, hablamos de una superproducción con una inversión brutal en desarrollo y publicidad, no del juego indie de turno. Uno de los mayores encantos de la saga es su capacidad de inmersión en otra época, otro lugar, y la potencia gráfica es clave para estos menesteres. Los escenarios se ven poco detallados y una neblina cubre de forma perenne el horizonte. Además, si Assassin’s Creed II brillaba por los bellos edificios de la vieja Europa (mención especial para los palacios venecianos), en AC III el bagaje cultural de los yanquis limita en gran medida esa impresión. Esto último, a su vez, tiene efectos sobre la jugabilidad. El parkour urbano ha sido substituido por los saltos entre árboles centenarios de La Frontera –la vasta región boscosa que separa Boston y Nueva York–, los cuales no resultan ni de lejos tan divertidos, a pesar de las buenas intenciones.



Fue en La Frontera donde me percaté de algo verdaderamente insólito: me estaba aburriendo espantosamente, hasta alcanzar el tedio. Al igual que en Far Cry 3, el mapeado de La Frontera se divide en distintas zonas de caza, cada una de ellas con la presencia de fauna exclusiva. Sin embargo, contrariamente a lo que ocurre en FC 3 y otros videojuegos de mundo abierto y exploración como Skyrim, en los que prima una sensación de peligro acechante a medida que te adentras en nuevas regiones, en AC III ésta desaparece por completo a los pocos minutos. Ello se debe, básicamente, al hecho de poder terminar con las alimañas que nos salen al paso a base de Quick Time Events. ¿Qué te encuentras un oso? QTE. ¿Una manada de lobos? QTE. Los enfrentamientos contra personajes humanos tampoco representan un gran reto, aunque bueno, ese defecto ya lo tenía AC II. Incluso como sandbox falla, pues uno tiene la sensación de no poder trepar esa montaña o ese árbol porque no le ha dado la gana a los desarrolladores, encontrando una muralla de cartón a lo largo de kilómetros.



Los controles siguen el mismo esquema anquilosado visto en anteriores entregas, léase mantener pulsado perpetuamente el gatillo derecho del mando. Pero el problema primordial no es ese. El manejo del personaje se vuelve errático, pues mientras corres a Connor le da por escalar cualquier superficie que se le cruce (más abundantes en este capítulo), ya sea una valla, un tenderete, una columna… Dicha “habilidad” no es especialmente útil cuando te persiguen cincuenta casacas rojas. Que esa es otra: resulta increíblemente frustrante que te descubran y tener que esconderse. Cuando ya crees que le has dado esquinazo al grupo de centinelas, aparece otro grupito en tus narices. Las misiones de infiltración (TODAS) se convierten así en un capítulo de Benny Hill donde recorres la ciudad entera para lograr escapar de tus perseguidores –más de una vez la única opción será lanzarse al mar. Si bien la introducción de las dinámicas de los Batman de Rocksteady Studios mejora ostensiblemente la jugabilidad (un botón para golpear, otro para cubrirse, otro para contraatacar), los enemigos siguen haciendo cola para que les repartas estopa, aunque hay que reconocer que resulta menos evidente que en sus antecesores.



El diseño del menú contextual es directamente terrible, haciendo de algo tan sencillo como consultar las misiones secundarias un rompecabezas. Incluso se ha dado un paso atrás con la selección del armamento, ya que requiere acceder a un listado lento e intrusivo que sustituye a la “rueda” de AC II. Otros detalles contribuyen a destrozar la propuesta. Apuntar al enemigo pretendido con una arma de fuego es escandalosamente poco ágil, cubrirse de las ráfagas de disparos utilizando como parapeto a un casaca roja cuestión de azar, algunas misiones secundarias apestan (ej. descubrir túneles, montar una granja reclutando trabajadores y comerciar con sus productos), los PNJs se sienten demasiado robotizados, la caza mediante cebo y pienso no entretiene, y, en general, el protagonista no encaja tan bien en la ambientación como Ezio Auditore (vestuario, tomahawk en lugar de espada…). Agrégale a lo anteriormente enumerado los numerosos bugs de la versión sin parches del título.



A pesar de todo, tiene cosas buenas. Cada misión principal se divide en subtareas, de las cuales algunas son opcionales. Éstas últimas suponen un reto añadido que desbloquea la información completa en el ADN de Desmond Miles, aunque a veces repetir misión puede acabar con los nervios del más templado. Las habilidades de asesinato se muestran magistrales como siempre, resultando terriblemente entretenido ahorcar al personal en las ramas mediante los dardos de cuerda, acechar en una esquina al enemigo para apuñalarlo o hacer estallar depósitos de dinamita. Las batallas navales constituyen todo un acierto y le aportan dinamismo y diversión al juego. La ambientación es fabulosa, manteniendo la seña de identidad de los Assassin’s, y la caracterización de los personajes, argumento y documentación soberbios. Las escenas que incluyen al bueno de Desmond han ganado en relevancia, y además su nuevo aspecto es más “humano”. El multijugador, aunque no lo he probado, se desmarca de las típicas propuestas y parece que ha causado cierta aceptación.



En mi opinión, AC III es una desafortunada iteración de una obra maestra de los videojuegos como fue la segunda parte. Partiendo de ésta, se ha seguido la dirección equivocada, pues AC II sólo necesitaba algunos retoques para convertirse en la experiencia virtual definitiva. En lugar de ello, se ha ahondado en sus carencias y se han introducido elementos que, simplemente, no funcionan. Además, y en su afán por competir con los Call of Duty, Ubisoft ha pretendido anualizar su propuesta, obteniendo como resultado una versión inacabada del juego. Aunque las ventas de esta entrega acompañan (más de 10 millones de unidades expendidas, ni más ni menos), la compañía gala debería andar con pies de plomo para no correr la misma suerte con su franquicia estrella que los Resident Evil de Capcom. Assassin's Creed IV: Black Flag acaba de ser anunciado. No me gustaría ser pájaro de mal agüero, pero espero que el año que viene nadie pueda leer esta review y preguntarse cómo demonios se ha podido repetir la misma historia. La euforia es traicionera, amigo.


VEREDICTO: 2 / 5 >>> Juego Mediocre <<<


- Marc


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